En botánica, se le llama trepadora a toda planta que no se
mantiene erguida por sí misma, necesitando un soporte para encaramarse. Para
ello puede utilizar órganos como zarcillos, uncinos, raíces adventicias, etc. o
se enrosca alrededor del soporte, llamándose entonces voluble. Ciertas
enredaderas no necesitan un soporte, y pueden extenderse por la superficie del
suelo sin ningún problema. Las enredaderas pueden secar a otras plantas o
árboles al quitarles la importante luz solar. Sin embargo no son plantas
parásitas, ya que solo buscan un soporte para recibir más luz; o bien, para
buscar el lugar perfecto para su desarrollo.
A diferencia de las plantas trepadoras, que siempre están
arraigadas en el suelo, los epífitos germinan en los troncos y ramas de los
árboles y, de esta manera, alcanzan una posición favorable para recibir los
rayos del sol. La mayoría de las plantas epífitas, como el musgo, los líquenes,
ciertos helechos y la mayoría de las orquídeas, no son parásitas, ya que se
sujetan a los árboles mediante unas raíces especiales que sólo hacen las veces
de soporte. Estos vegetales se alimentan de los aportes aéreos y de la lluvia.
Una planta parásita es la que obtiene alguna o todas las
sustancias nutritivas que necesita para su desarrollo desde otra planta.

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